viernes, 11 de diciembre de 2009

La habitación de CR9

                                                                                                                                                                                                                                                                       
Estas dos últimas semanas, después de la reaparción de Cristiano a los terrenos de juego, hemos vuelto a comprobar el poder mediático de este "crack". Marca, en su línea habitual, le dedicó tres portadas después de la roja contra el Almería. Las cámaras del Camp Nou no dejaron de flashear el rostro impasible de este nuevo mito del siglo XXI. Y varios periódicos reconocieron esta semana que el Madrid con Cristiano, es otro Madrid. Como dice uno de mi casa, el Madrid con CR9 "da miedo": y si no, que se lo pregunten a Puyol.

Algunos dicen que Ronaldo es el mejor del mundo porque se lo cree. La verdad es que el chaval no lo esconde. Sólo hay que ver la celebración del segundo gol contra el Olimpic en la Champions. Fue algo así como: "soy el puto amo".

Y yo me pregunto... ¿Qué pensará Ronaldo cuando entre a la habitación, se ponga el pijama y se meta en la cama? Ahí todos somos iguales. Ahí no hay cámaras, ni flashes (espero),... Ahí CR9 es uno más. No debe ser fácil para el amigo conseguir que no se le caiga la habitación encima. Probablemente duerma con mp3 para no pensarlo. Pero probablemente llegará un día en que no pueda dejar de pensarlo.

Y ahí me gustaría estar para ver el careto de fantasma que pone. Quizás no sea el mismo que el del pasado martes en la Champions.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Sobre el ojo cristalino y el cristalino del ojo



Con los años, el cristalino del ojo se vuelve opaco. Que se lo digan a mi padre que estas dos últimas semanas le han operado de cataratas en los dos ojos.

Parece ser que la susodicha lámina ocular tiende a la opacidad con el paso del tiempo, como cuando “x” tiende a infinito. Y claro, se pierde la nitidez, la claridad, la capacidad de definir líneas y contornos. La pérdida no es inmediata. Es progresiva, poco a poco: como el desgaste de la suela del zapato. Cuando te quieres dar cuenta, ya no te queda suela y acudes al zapatero del barrio con la ilusión de recuperar lo que se llevaron las caminatas por la ciudad. O por el campo.

Algo así pasa con el cristalino. Pero en vez de al zapatero, vas al oculista. Los años dejan atrás la claridad, la nitidez. Y llega el oculista y te pone dos cristalinos nuevos. Con el cambio, recuperas la luminosidad de las calles y la noche, la claridad de la atmósfera,… Lo que el tiempo se llevó con los años, lo recuperas en apenas unas horas. Y es entonces cuando piensas en el ojo cristalino, claro, meridiano. Y sales del oculista como cuando sales del zapatero: como un niño con zapatos nuevos.

Y si no, que se lo digan a mi padre.


Big bang


El origen.

Dicen que cuando escribes las cosas, las piensas más.

Quizás por eso, llega el momento en que te planteas dejar las cosas por escrito. Quizás así pensemos más.

Puede parecer que nunca hay tiempo para escribir y entonces te das cuenta que por eso no dedicas tiempo a pensar. Y por eso quiero escribir.